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“Apuntes para entender (y solucionar) la crisis neoliberal”. Entrevista en Iberoamérica Social, diciembre 2013

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Entrevista publicada en Iberoamérica Social: Revista-red de estudios sociales, diciembre 2013.

“Apuntes para entender (y solucionar) la crisis neoliberal”

Por Jose María Barroso Tristán

Juan Carlos Monedero, politólogo y profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, asesor del político español Gaspar Llamazares entre 2000 y 2005, y asesor del Gobierno Bolivariano de Venezuela entre 2005 y 2010. Es uno de los referentes entre los intelectuales de la izquierda en Iberoamérica y habló con nosotros sobre la actual situación en Iberoamérica,  los mecanismos de la lógica neoliberal y las posibles respuestas ante ello.

Iberoamérica Social: La crisis está azotando duramente a Europa, y especialmente a los países del mediterráneo, centrándonos específicamente en la Península Ibérica ¿Cuáles son para usted las características sociales, políticas e históricas que nos han llevado a esta situación?

Juan Carlos Monedero: El sistema capitalista es un sistema que funciona con crisis, recurrentes por su propia lógica. Aunque la ciencia social no haya sido capaz de poder ponerle fecha exacta a cuando se produce. Lo que sí que sabemos es que su lógica interna genera siempre crisis de superproducción y subconsumo. Así vamos desde la crisis del 29, encadenando crisis que tienen una característica, y es que de cada una de ellas se sale estrechando cada vez más el abanico de soluciones. La última crisis, la del 73, se solventó con el modelo neoliberal cuyas características fundamentales fueron: Trasladar hacia los países del sur el costo de la crisis, hacia la naturaleza y hacia las generaciones futuras a través del déficit público. El neoliberalismo vuelve a incurrir en una crisis y nos encontramos con que esos tres elementos ya no están ahí disponibles para mantener la tasa de ganancia del sistema. Los países del Sur porque han experimentado procesos de emancipación, de manera muy evidente en América Latina, China, India o Rusia. La naturaleza ha empezado a quejarse y por tanto ya no permite esa explotación brutal que tuvo lugar durante los años 70, 80 y 90. Y por último, el déficit público también genera unos problemas que se verifican por los niveles de endeudamiento y de déficit público de nuestros países. Por tanto, la única manera de solventar la crisis ahora es regresando la explotación a esos lugares donde sea posible, y resulta que ese lugar se llama Europa. Es decir, Europa ahora mismo es el continente que debido al bienestar que ha experimentado no tiene el músculo necesario para defenderse de este ataque neoliberal. Eso es lo que explica porque la crisis regresa a nuestro continente y sobre todo a aquellos sectores con menos capacidad para impedirla. Como conclusión final, esto explica también por qué en los países del sur de Europa la crisis ha explotado de una forma clara y como eso afecta a un sur que ya existe en el norte. Ya existe un sur en Francia, por supuesto en Inglaterra y hay un sur incluso en Alemania. Es un ajuste para recuperar la tasa de ganancia del sistema capitalista.

Juan Carlos Monedero

IS: Estas características de las que habla de trasladar el coste de la crisis a los países del sur, hacia la naturaleza y hacia las futuras generaciones a través del déficit público. ¿Considera que se están reflejando en los países que están emergiendo en los países del otro lado del Atlántico, en Latinoamérica?

JCM: Estos países lo primero que han hecho ha sido desconectarse de los centros tóxicos, es decir, han solventado sus problemas de deuda con el Fondo Monetario Internacional, están poniendo en marcha la posibilidad de abrir un banco del sur, se han apoyado entre ellos en momentos críticos como hizo Venezuela con Argentina para evitar esa dependencia. Tienen un compromiso con la naturaleza que es complicado de mantener como estamos viendo en el caso de Ecuador con el Yasuní. Esa tensión entre hacer caja o defender la naturaleza está ahí. Y como los procesos de la nueva izquierda latinoamericana son electorales, tienen dificultades para no usar los recursos porque eso podría llevar a perder las elecciones, y por tanto, se quedarían descabalgados de la posibilidad de seguir realizando transformaciones. Los países del sur no son imperialistas, no buscan solventar sus problemas explotando otra zona del mundo. Y por último, están pagando la deuda social de sus países, intentando descargar esa radicalidad que tuvo el proceso neoliberal sobre las grandes mayorías. En los gobiernos de América Latina, cuando llegan Chávez, Correa, Evo Morales estamos hablando de tasas de pobreza del 60 o 70 % y estos gobiernos han solventado a través de la distribución de la renta una buena parte de esta deuda social.

Juan Carlos Monedero1

IS:Tanto en la península ibérica como en los países latinoamericanos, ante el ataque de los mismos estados hacia la población a través de los recortes que se están produciendo en sanidad o educación y el aumento del coste de la vida. Hay muchos movimientos sociales como el 15M en España o el Movimiento del No al Tratado de Libre Comercio de Costa Rica con Estados Unidos, que le están plantando cara al estado. ¿Considera que esos huecos de poder que está dejando el estado los están ocupando de forma efectiva los movimientos sociales que se encuentran en cada nación?

JCM: Una mala lectura fue pretender que el modelo neoliberal era una apuesta por el fin del estado, y eso no era correcto. El modelo neoliberal lo que plantea es la mutación del estado. Este modelo no podría haber puesto en marcha sus procesos de desregularización sin el aparato del estado. Tenemos que entender de manera clara que el principal actor del neoliberalismo siguen siendo los mercados. La presencia del estado no deja tantos huecos como uno podría pensar sino que este sigue ocupando una parte importante del espacio, procura reducir la vida política a la vida parlamentaria, y por supuesto, incrementa en todos los países los límites de la represión para lograr que la población no proteste generando miedo a través de multas, dureza represiva con violencia física, amenazas y demonización en los medios de comunicación. Todo forma parte de una estrategia para evitar una respuesta popular alternativa a la situación. Actualmente estamos viendo que hay una indignación generalizada que se manifiesta en las encuestas demoscópicas donde la ciudadanía muestra su descontento con los partidos y con el sistema, pero eso todavía no está plasmando en modo alguno en una alternativa porque no es tan sencillo. De hecho, es la gran pregunta que nos hacemos los científicos sociales. ¿Qué condiciones se tienen que dar para que se dé un cambio? O ¿Por qué con la situación actual, con tanto deterioro, tantos millones de parados, desahuciados y pérdidas de servicios públicos no hay una respuesta social todavía?

IS: En este momento en el que la situación social es tan delicada, el estado deja de preocuparse por los ciudadanos. Hay mucha indignación en el diálogo social, hay más facilidades para la organización a través de internet, pero sin embargo, en la acción no se ve algo contundente, ni a nivel nacional ni a nivel continental. Hay poca unidad entre movimientos sociales a la hora de la acción. ¿A qué piensa usted que se debe esto?

JCM: Sale un libro esta semana, por Seix Barral, que se llama “Curso urgente de política para gente decente” donde he intentado explicar estas cosas. Resumiendo diría que el neoliberalismo es una nueva racionalidad. Es un sentido común que tiene dos grandes principios que han triunfado, que son el individualismo y la competitividad. El individualismo se ha ido construyendo hasta convertirlo en un sentido común a través de la vulgarización de una interpretación biológica del ser humano como un ser egoísta, la construcción de una lectura de la naturaleza como una lucha del fuerte contra los débiles, se ha ido justificando el papel de los ricos como triunfadores y el de los pobres como los perdedores, dándole una estatus casi de naturaleza a ese hecho. Al que le va bien es porque se lo merece y al que le va mal también. Ese individualismo al mismo tiempo ha demonizado todo lo público, hasta que la gente ha interiorizado que lo que funciona es lo privado, lo particular, las empresas, que no funciona el estado, no funciona la acción colectiva, no cambia las cosas e incluso es sospechoso. Mientras que lo individual se identifica como aquello que merece éxito. En segundo lugar hemos interiorizado también la competitividad, y lo hemos interiorizado a ámbitos individuales donde la gente está encarando su vida como si fuéramos empresarios de nosotros mismos. La gente hace todo tipo de esfuerzos para intentar salir  y encima sin la certeza de que vaya a salir. Este individualismo y competitividad lo que hacen es frenar la acción colectiva y la complementariedad.

Los tres mecanismos que han ido funcionando para lograr esto han sido, en primer lugar, la mercantilización pues hemos mercantilizado prácticamente todos los ámbitos de nuestra existencia. Hemos mercantilizado el ocio, los estudios, la amistad, el sexo, la familia, es decir, que de repente, en toda nuestra cotidianidad, prácticamente es imposible pensar ámbitos que no lo estén. De ahí la frase de Jameson de que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo.

El segundo elemento importante que se ha utilizado para hacer hegemónico este individualismo y esta competitividad ha sido la precarización laboral. La pérdida de derechos laborales nos convierte en luchadores por encontrar un puesto de trabajo que nos lleva a competir con los demás, a estudiar por las noches o a hacer másters. Esa visión de empresarios de nosotros mismos que ve a los demás como competidores y no como a gente que nos puede ayudar, lleva a la ciudadanía a una lucha y no deja ver lo evidente : Trabajamos para vivir y no vivimos para trabajar. Pero en el momento en que el trabajo se ha convertido en un bien precario y muy escaso esto se convierte en una lucha de todos contra todos.

Y el tercer elemento de esta lógica es la desconexión. Vivimos en ciudades donde no vemos las causas y los efectos de nada. Consumimos sin saber a dónde van nuestros deshechos, consumimos sin saber de donde vienen los alimentos, el agua o la energía. El desarrollo tecnológico urbano permite que nos sintamos autosuficientes y al final, de alguna manera, los demás se convierten en algo que no es muy necesario y eso termina por producirnos aislamiento. Vivimos en sociedades muy fragmentadas, aisladas y competitivas, con la gente muy deprimida, y al final, en este tótum revolútum, la conclusión que tenemos es que los canallas están muy envalentonados mientras que la gente decente anda muy perpleja. Porque los canallas saben que si el mundo se ha convertido en un gran supermercado donde todo son mercancías quien no tenga escrúpulos se puede hacer con todo. Mientras que la gente que tiene escrúpulos no quiere convertir a los demás en mercancías y no quiere ser víctima pero tampoco verdugo.

Juan Carlos Monedero2

IS: En todas estas características y mecanismos de los que nos habla vemos que están muy encima siempre los medios de comunicación hegemónicos que aplastan a la información alternativa, marginal, periférica o colectiva que se crea desde la población.

JCM: Los medios de comunicación presentan todo esto como natural y la alternativa la presentan como algo inferior, anacrónica, poco preparada, ingenua, en el mejor de los casos bienintencionada pero sin ningún viso de realidad. Los medios de comunicación son a día de hoy el gran constructor de ese sentido común.

IS: ¿Qué piensa usted sobre la necesidad de que estos movimientos colectivos que están surgiendo se organicen tanto a nivel local, regional, nacional e incluso internacional alrededor de un fin político para jugar dentro de este juego democrático o pseudodemocrático que nos han impuesto hasta hoy día?

JCM: Ese horizonte es necesario, no vamos a poder cambiar todo esto hasta que no tengamos nuevas mayorías, lo que pasa es que desearlo no es construirlo. Las nuevas mayorías, a día de hoy, una buena parte de ellas están sujetas a ese sentido común neoliberal. Una buena parte de la gente que protesta no está contra el sistema sino que está en contra de los excesos del sistema, y por tanto no quiere superar la lógica capitalista, sino lo que quiere es superar, como si fuera posible, los excesos de la lógica capitalista pero siguiendo con el nivel de consumo y vida que tenía hace 10 o 20 años, aunque eso supusiera la explotación de los países del Sur, de África o la devastación de la naturaleza. Por esto, la solución de fondo pasa por un cambio de conciencia, y los cambios de conciencia reclaman más tiempo. Creo que ahora mismo pensar en términos electorales o en términos de articulación es empezar la casa por el tejado. Creo que hay que intentarlo, permitiendo que la gente se encuentre, pero también que tenemos que saber que los procesos van a ser más lentos de lo que imaginamos. Y que es verdad que como se ha roto la linealidad de los tiempos, como de repente vivimos en un tiempo donde un pequeño acto puede generar un gran resultado. Un buen ejemplo de ellos es que se puede prender fuego un muchacho en Túnez y caer la dictadura. Pequeños actos pueden generar grandes resultados y eso siempre está abierto. Pero todavía hay demasiada gente que es rehén de la vieja realidad, bien porque todavía no ha pagado los precios de la crisis, bien porque interioriza que esto es una situación pasajera y pronto regresará la anterior, o bien porque es tan rehén que quiere regresar al pasado aunque esté expulsado del sistema porque no termina de ver la alternativa.

Uno de los problemas es que lo que moviliza realmente a la gente es la construcción real o ficticia de una alternativa en sus cabezas, y a día de hoy eso no existe. Por tanto, creo que es prácticamente imposible que pensemos que va a poder articularse una nueva mayoría en tanto en cuanto no seamos capaces de construir un nuevo sentido común como algo evidente y deseable. Mi conclusión personal es que es momento de darle la vuelta a la tesis 11 sobre Feuerbach de Marx cuando decía que hasta ahora los filósofos han interpretado el mundo y de lo que se trata es de transformarlo. Diría que como de lo que se trata es de transformar el mundo, estamos en un momento en el que hay que volver a interpretarlo.

IS: En la interiorización de la vieja realidad, para usted como profesor. ¿Qué papel está jugando la educación para que siga permaneciendo esa vieja realidad anclada en la juventud?

JCM: La universidad es una institución bastante anquilosada, la propia composición de los profesores los convierte de alguna manera en los beneficiaros del sistema, pese a que le bajen los sueldos, se lo congelen o pierdan algún tipo de beneficio pues no dejan de ser todavía una parte beneficiada del sistema. Por ello es más fácil que se sitúen entre ellos a los que invitan a la resignación o a esperar a que ya llegaran los nuevos tiempos. No son sujetos del dolor y, por tanto, es muy difícil que ellos se conviertan en propagadores de ese dolor. A día de hoy, la universidad juega un papel, en cuanto a los profesores, conservador cuando no reaccionario.

Al mismo tiempo, las dificultades crecientes para acceder a la universidad harán que el público universitario sea público acomodado y, por tanto, se van a alimentar mutuamente. Estudiantes acomodados que reciben clases de profesores acomodados, donde se va a enseñar a seguir manteniendo esa acomodación en la sociedad. Esto también nos invita a entender que la verdadera universidad hoy en día va a estar cada vez más fuera de las universidades, va a estar en los márgenes, en las calles, en universidades populares, en centros sociales, en otros lugares donde realmente se cumpla la función de mejoramiento de la sociedad y no el que está jugando ahora mismo que es el de justificación de un sistema que expulsa a casi la mitad de la ciudadanía a sus márgenes.

IS: Muchas gracias por la entrevista Sr. Monedero. Si quiere dejar un mensaje para nuestros lectores puede hacerlo.

JCM: Si estáis construyendo un medio crítico y capaz de alumbrar ángulos que están en la penumbra, pues os convertiréis en un sitio de referencia. En un ámbito social donde cada vez hay más escapismo y más justificación de lo existente, todos aquellos espacios que lo que busquen es lo contrario, que lo que busquen es señalar los rotos de la sociedad, que hagan como Walter Benjamin, cepillar la historia a contrapelo y contar la historia de los perdedores, creo que estáis cumpliendo una función social que hay que agradecer. La democracia está ahora mismo en las miradas críticas y alternativas, si estáis en ese ámbito estáis con aquello que hay que celebrar y no condenar.

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